lunes, 9 de diciembre de 2013

Estado mental: Jane y el alrededor

Hoy, particularmente, me siento en una burbuja de cristal duro. A mi al rededor hay fuego, hay lo muy bien llamado "quilombo" mientras yo tomo el té junto a Jane, ambas sentadas mirando hacia el sol de arriba, imaginando bajo nuestros pies descalzos las maravillosas tierras de Pemberley.
 -Ventajas de estar casada- dice Lizzie riendo mientras por los ojos se le escapa un brillo hacia Darcy que se encuentra mirándola a lo lejos desde el borde del río (sí, es una burbuja grande).
De este lado, seguimos con Jaime, Jane y su comitiva dilucidando la mejor forma de enfrentar todos esos inventos verosímiles que crearon a su al rededor. No estoy segura de porqué pero cada palabra que escucho hace expandir mi burbuja y me hace aún menos consciente de mi alrededor.
Alrededor... el concepto crece proporcionalmente a la burbuja y mientras más lo olvido más trata de aparecer en sonidos, en noticieros, en estados de Facebook, en la pregunta de mamá, en la preocupación de papá.
Y entonces yo me acuerdo de que los términos "alrededor", "sociedad" y sus campos semánticos (propiciados por mis escasos aunque funcionales conocimientos de marxismo) me resultaban interesantes. Por lo que me disculpo con mis amigos del té y me retiro un segundo, sin faltar a la ceremonia de la educación y el saludo (Jane es moralista, así que con Jaime decidimos comportarnos bien para no incomodarla, nos es más placentero que forzoso).
Al asomarme en el diminuto recoveco de la burbuja donde todavía puedo ver el mundo la ceniza me hace estornudar. Miro las corridas, las balas, los vidrios rotos y mis dudas sobre la propiedad; pongo en jaque mis ideas pero no logro reconciliar muchos de mis sentimientos. Me invade la profunda tristeza de ver que nadie lucha enserio, que las manos toman mucho más que lo primero y se justifican en el capricho. Un oscuro punto, una aguja me inyecta de amargura sembrándome la irremediable necesidad de volver a mi burbuja. Pero el saber que volver no es cambiar el alrededor sino ser cómplice en el desconocimiento me genera un conflicto interno que me recuerda a la lucha de Elizabeth al leer a Darcy, generando un cambio en su actitud, una maduración al poder separar sus prejuicios y preceptos de la acción real y generar una verdadera integración mediante la aceptación.

Escribo sin pensar demasiado las palabras mientras mis dos extremos me arrebatan. Quizá debería escuchar lo que alguna vez leí de Camus y dejar de separar el arte del mundo... al fin y al cabo si el arte no tiene una función social yo no vería a Austen en las relaciones del mercado.

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