lunes, 22 de septiembre de 2014

les cuento un secreto

el mundo cada vez se va quedando más lejos
no encuentro la forma de ser presente

nunca me subí a un avión, pero es la misma sensación de que no podés volver
que las casas se hacen chiquititas, que todo lo inmenso disminuye por la ausencia
por no estar
por no encontrarse en el punto donde lo que existía con palabras tenía sentido

solo hay nubes
y ansiedad por ver si en una de esas entiendo lo que es el cielo

la desilusión de un aire transparente en vez de azul

martes, 16 de septiembre de 2014

...

Soledad infinita en los huesos
me enseñaste a llorar desde el centro hacia fuera
vomitando los pesos de los regalos que no conociste.

Soledad infinita en los soles que no te tocaron
y lloran tus ojos sin color
              tus movimientos frenéticos tatuados en la piel abandonada.

Soledad infinita en colectivos ignorantes
                          en pelos mojados
                          en películas mal dobladas.
Todo el mundo está bañado con lo absoluto de tu partida.

Los milagros me contaron que no te querían
                                                                                ya no quiero a los milagros.

Siento rodillas infinitas
siento clavos en cada dedo.
Tengo miedo
tengo verbos en primera persona que se reafirman para sentir que existo
                                                                                                  que exististe
                                                                                                  que no existís.

Imaginar ojos partidos es la mitad de la verdad que no conozco.
                                                                               Hoy empiezo mi vida y no voy a poder contártelo.

domingo, 14 de septiembre de 2014

No supe de qué color eran tus ojos.

Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala 
o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, 
la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos 
de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, 
y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, 
te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ... 
Julio Cortázar, Rayuela

Te quiero tanto en los bocetos de tu sombra chiquitita,
te quiero tanto que me desgarré tres almas en la idea de tu recuerdo.

¿Cómo te explico qué son las lágrimas si no llegaste a escuchar una voz con callos?
Sinceramente te convertiste en una espina que se calló en mi centro para no volver más, una fugitiva de mi memoria escrita en fuego.

Me gustaría decirte que te extraño, aferrarme a una imagen, evocar la idea de tu cuerpito cerca del mio. Me gustaría llorar sobre verdades, sobre conciencias, sobre vacíos de esos que se sienten entre los dedos. Pero no me diste el tiempo y me dejaste en el desierto de tontos que te necesitábamos.

¿Cómo contar este paisaje de ilusiones muertas? ¿De proyectos de vestidos y colores?
Estoy cerrando un baúl con las sombras de nuestros no-recuerdos. Tu primera risa, tu primer libro, nuestra primera soledad compartida. Trajes con olor a naftalina guardados antes de usar, ruidos de ausencias, la imagen de un peluche que no te conocío. No te conocí, o te conocí demasiado y ahora extraño todo ese amor que te regalamos antes de llegar.

Ojitos pardos, ojitos de pasto, ojitos de cielo. Manos chiquititas, llantos caprichosos, risas risas risas. Colores en las manos, boca sucia con un puré pegajoso. Algodón, olor a caca de flores y mentiras, mentiras, mentiras.

Pero no estás y hay cunas vacías y buhitos que no saben dónde mirar para encotrarte. Una pared naranja que espera que la manches, un agua protocolar que no te va a tocar el pelo.

Y quedo yo, parada en silencio, en la puerta de tu llegada viéndote tomar el primer avión hacia las nubes.