domingo, 14 de septiembre de 2014

No supe de qué color eran tus ojos.

Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala 
o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, 
la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos 
de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, 
y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, 
te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ... 
Julio Cortázar, Rayuela

Te quiero tanto en los bocetos de tu sombra chiquitita,
te quiero tanto que me desgarré tres almas en la idea de tu recuerdo.

¿Cómo te explico qué son las lágrimas si no llegaste a escuchar una voz con callos?
Sinceramente te convertiste en una espina que se calló en mi centro para no volver más, una fugitiva de mi memoria escrita en fuego.

Me gustaría decirte que te extraño, aferrarme a una imagen, evocar la idea de tu cuerpito cerca del mio. Me gustaría llorar sobre verdades, sobre conciencias, sobre vacíos de esos que se sienten entre los dedos. Pero no me diste el tiempo y me dejaste en el desierto de tontos que te necesitábamos.

¿Cómo contar este paisaje de ilusiones muertas? ¿De proyectos de vestidos y colores?
Estoy cerrando un baúl con las sombras de nuestros no-recuerdos. Tu primera risa, tu primer libro, nuestra primera soledad compartida. Trajes con olor a naftalina guardados antes de usar, ruidos de ausencias, la imagen de un peluche que no te conocío. No te conocí, o te conocí demasiado y ahora extraño todo ese amor que te regalamos antes de llegar.

Ojitos pardos, ojitos de pasto, ojitos de cielo. Manos chiquititas, llantos caprichosos, risas risas risas. Colores en las manos, boca sucia con un puré pegajoso. Algodón, olor a caca de flores y mentiras, mentiras, mentiras.

Pero no estás y hay cunas vacías y buhitos que no saben dónde mirar para encotrarte. Una pared naranja que espera que la manches, un agua protocolar que no te va a tocar el pelo.

Y quedo yo, parada en silencio, en la puerta de tu llegada viéndote tomar el primer avión hacia las nubes.

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