martes, 18 de febrero de 2014

Principio y fin de rosas y lunas cortadas

Y todo sucedió cuando Joaquina y Miraflores se dejaron fluir en las palabras.
(Algo parecido a lo que algunos llamaron cadáver exquisito).


30 de enero y día gris. Viento que me lleva el pelo y se vuelve a ir. Caer para llegar al borde y empezar el baile. Por todos lados, pies dibujando las palabras azules que se perdieron en el canto. Polleras y pantalones, todos gritando notas con colores sin lugar, espacios sin color más que el negro de siluetas y de sombras, entreabiertas en los árboles. Igual, aunque a veces lloro, te miento, hablo, pienso, espío: fuera de mis ojos, elefantes con brillo sin estrellas, noche nublada, muñecos sin cabeza, ruido intermitente de goteras interiores. Espacios fríos e insípidos, llenos, amontonados de nombres putrefactos cadáveres de los seres que maté mientras dormía y el infierno plagado de flores raras, sucias y fantásticamente bellas. - Dale, susurrame el regreso de la belleza perdida, el poder de mis manos en las manos de otro tiempo incesante y agotador. Me erosiona los ojos con la sal y el agua turbia y clara, ambivalente, como madres que encierran a sus hijas en las jaulas de sus circos. - Por las noche le dan arroz en un platito con su nombre. Tuyo, filtrándose silencioso como el vaho del amanecer, prófugo de tus flores salen versos de tus primaveras mis poemas que se trepan por las ramas de mis pies, caídos al sol de tus ojos cerrados. Somos tan jóvenes, somos tan esclavos blancos, negros y rosados. Payasos siervos de risas eufóricas sin ojos brillantes. Miradas ciegas. Hormigas que se meten por debajo del mantel, el tenedor y la canastita en un ritual árabe sin vos, sin mi. Solos con las manos con  los pies con los dedos solos frente al miedo y a las otras delicias de la vida. Muerte. Resurrección. Órdenes que vienen de arriba de los toldos rayados: las flores que alguna vez los balcones dejaron caer. Yo, mezclada entre veredas de adoquines añejados. Te tiro una piedra ¿y si nos perdemos de una vez entre las rosas? No sé, pero que sean ellos los que se pregunten de qué color es mi esófago o porqué tengo una luna partida a la mitad cuerpo mitad cielo, centro de las libertades más ajenas y las prisiones más blancas y heladas. Con la nieve coagulándose en la sangre de carnaval, sangre de luz, de comodín, de zapato que queda chico, de corazón que perdió y ahora busca lo que ya encontró cien veces sin mirar lo que estaba buscando sigue buscando.


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