miércoles, 12 de febrero de 2014

Escape

"Mire mis ojos quemados por la pólvora cuando quise escaparme del presidio"
Rocambole [Roberto Arlt]

Los ojos tiesos, en el punto fijo donde todo se concentra, en la salida que ya tomó mil veces. El escape.
El ruido adornando los escritorios grises, haciendo juego con los ojos caídos y las ojeras púrpuras que viene y van. Un azul que roza más la muerte que el sol es el único color que vislumbra. Sus ojos de fuego siguen en el punto fijo, ignorando las cataratas de humo negro que huyen por entre las bocas, fingiendo no oír la cacofonía de sus pensamientos hilvanados uno detrás del otro, como un collar de perlas sin brillo, amarillas, como las de las viejas avaras.
Una sola palabra es la que puede hablar. De forma imperceptible se peina el bigote y se acomoda las patillas. Nadie lo mira realmente. El infeliz que tiene delante descifra palabras sin decodificarlas. Ha salido de peores, se ha quemado los ojos, ha amado a una mujer. Ese imbécil es un pobre desgraciado que trató de sentirse útil en su trabajo no elegido, para ser el desgraciado que pretende interferir en su camino.
Una sola perla que brilla lo detiene. Una promesa a los labios rosas y los rizos de ángel.
Le prometiste que nunca más lo harías
Mil peros, cien excusas y la única respuesta. Fallar.
- [Interferencias] Está Dorotea. Cambio. Fuera -
Y eso fue suficiente para saltar.

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