miércoles, 19 de febrero de 2014

Llanto

Ya sólo queda respirar.
Correr la última gota, disfrutar la sensación de sal en la lengua.
Volver a respirar con los músculos de la cara agotados.
Y respirar.
Convencerse de que se sigue vivo, de que todavía hay algo
parecido a la paz
pero más cercano al vacío.

Mienten los que anuncian sol
luego de la tormenta.

Yo no siento sol cuando llega el silencio.
Yo tengo un cielo roto que paró de sangrar,
que detuvo la hemorragia
pero sin cicatrizar, rajado y cortado.
Un cielo que es nuevo
un colage de pedazos viejos zurcidos
opacos
ausentes y esperando
regresar.

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