viernes, 27 de junio de 2014

Cartografías: La Mierda, un lugar de mundos

- Andate a la mierda.

En La Mierda la gente vive. Se respira esa esencia de pueblo y de ciudad, de la voluntad de los ojos. La gente sonríe cuando quiere porque nadie exige la sonrisa. El olor es el mismo para todos. Los habitantes de la mierda son nómadas sedentarios. Sin lugar a duda carecen de pasados (nadie pregunta causas que todos olvidan) y se repiten con distintos colores y voces. Hay quien llega a estar, simultáneamente, cinco veces en La Mierda: una por voluntad propia, otra sin querer y tres por que lo han mandado.
Si me preguntan por el tamaño me quedo sin números. Es difícil contar lo mutable y, más aún, la mutabilidad que se estanca en los segundos. Es un espacio tan condicionado por el tiempo que se mide en minutos y se cuenta en los metros cuadrados. Sus habitantes son los mundos que no pueden ser en El Mundo. En La Mierda todos tienen la libertad ilimitada avalada, por supuesto, en la naturaleza espectral que favorece la pérdida del bien moral. Porque ¿qué moral sirve en un espacio donde las morales múltiples son permitidas? por el contrario queda desterrado aquel que sigue los patrones morales unívocos y correctos. La Mierda es la tierra de la ambigüedad, de los caracteres creados en la percepción externa. La primera vez que fui me pareció imposible encontrar tantas veces (y en tantos colores) a Mariela, hasta que entendí que la rosa chillona era la Mariela que yo conocía y las verde, la roja y la negra la que habían mandado José, Guillermina y Mariela, respectivamente.
La paralógica en La Mierda es la verdadera propiedad privada. El sistema económico no puede escaparse, ni siquiera en su naturaleza espectral, de los patrones capitalistas. Mientras más lógicas de ruptura se tenga, más poder se adquiere e incluso se llega a competir con uno mismo (de otro color, por supuesto) (aunque solo sucede en casos extremos de la paralógica). En este momento hay una competencia entre Cristian rojo y Cristian azul por el poder. Pero yo en esas cosas no me meto, prefiero oscilar entre los campos llenos de ciudades.
A pesar de todo no hay pobres ni tristeza porque quien carezca de paralógica no tiene paso a La Mierda, y el que pisa esta tierra no puede evitar sonreír. Vivir en La Mierda implica la liberación del propio mundo. Es un lugar apto para quien quiere resaltar y pasar desapercibido. Está plagado de familiares y desconocidos, que se familiarizan al máximo al mismo tiempo que te desconocen. La Mierda es la confluencia de mundos multiplicados y aceptados, es la manifestación liberada de las presiones de El Mundo. A veces me permito compararlo con un lugar ideal de veraneo (solo que adaptado a las necesidades climáticas del espíritu (o algo parecido)). Realmente La Mierda es el lugar soñado para la consumación de lo oculto detrás de lo mandado. Su único defecto es que vive escondida, como las cartografías que solo los no-yo pueden alcanzar.

-Venite a La Mierda
-¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué?
-Porque quizá, ahí, queramos ser felices.

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