jueves, 13 de marzo de 2014

"Ahora -lo peor es ahora, no el miedo a un desastre
futuro sino la de algún modo voluptuosa constatación
del presente infuso de presencias desmoronadas y hostiles"
A. Pizarnik

Porque todo cayó, porque tanto callé, porque los fantasmas poco a poco fueron reapareciendo, renaciendo, reconstruyéndose en los segundos vacíos. En los segundos inminentes, balas de tiroteo que marcan el compás apresurado de una muerte que ocurrirá en cualquier instante.
Todo desmoronándose, los signos rotos de Lucho en los que el hombre ruega por vivir, y no puede. Las palabras tristes de Alejandra, yo misma sumergiéndome en llanuras solitarias de incertidumbres que ya no miran siquiera hacia adelante, que se encuentran estancadas en los ojos frígidos fatigados de tanto esperar.

Esperar.

La impotencia de la cobardía vestida de tus ojos, impuesta en mis manos. La necesidad que rebalsa al deseo, la certidumbre de moverse para vivir, de buscar motivos.

Búsqueda. Al fin de cuentas, como han dicho varios, la vida es una búsqueda de lo que no se encontrará jamás. Quizá el secreto de la felicidad se reduzca a una simple premisa que extirpe las expectativas de colores, que no defina la escala monocromática de los días que no llegan a tus labios.

Quizá, solamente, se deba dejar de buscar para encontrar algo.
Para encontrarte.
Para encontrarme.

Mientras, yo seguiré buscando.

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