sábado, 30 de noviembre de 2013

Palabras vacías

Abundo en la mentira. Nazco y renazco en la inmensidad del lenguaje, de las palabras y los gestos. Me defiendo con una coraza marchita y vibrante que me recorre. Solo soy eso, la coraza, el vacío, el ornamento; y es justamente eso lo que me hace plena, concentrada y concisa. Porque en el medio del vacío, en el centro mismo de las palabras prescindibles me escondo en la más insulsa de las sílabas, me refugio con miedo a desnudarme de una sola vez, con pánico de enfrentarme no al espejo, sino a mi misma integridad, a mi propia proyección. Por eso escribo, pro eso busco, por eso sigo mintiendo y actuando, fingiendo y viviendo cada paso de esta mentira sin igual que es el saber, el arte; solo para poder vislumbrar en la sombra la verdad oculta que se me niega de forma irremediable.
Pero aún más absurdo es saberme orgullosa de la mentira y de la verdad, de ser capaz de pensar en la utopía de la polaridad. Siempre fui una guerrera del gris, una bandera danzante a favor de los matices... pero hoy me descubro buscando algo a que agarrarme en el vaho da la incertidumbre, del existencialismo con el que describo todo, con mi incapacidad de centrarme en lo ínfimo. Así, a tientas, ciega y sorda, busco nunca muda entre las corazas de la palabras algo que me haga sentir tan viva como cuando mis dedos golpeaban las teclas mientras dudaban en crear la imagen vacía de todo. ¨Porque todo es vacío y eso es lo que llena, lo que se condensa y espesa en el centro, la masa, la baba, la arena.
Si. Todo se condensa mientras las palabras siguen estando vacías.

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