domingo, 24 de noviembre de 2013

Máscaras de Lucho

Me gustaría, para no romper con la costumbre, comenzar con mi "Quizá", pero vos y yo sabemos que no es así. Si fue el azar, si fue el universo, si fue esa ironía existencial que salpica a cada vida humana, poco importa dentro de la absoluta verdad: conocí la peor de tus máscaras.
No te ofendas, no te juzgo ni mucho menos te insulto por cambiar de vestido para cada actividad; es realidad que el uniforme siempre está aunque muchas veces escondido en la automatización del hacer. Era natural entonces que el padre, el poeta, el político, el abuelo, el amante, el hombre fueran distintos. Solo que me hierve un poco las venas el saber que me ofreciste la más árida de tus tierras. Tampoco te culpo, la sangre no se elige ni en pasado ni en futuro.

Tú, poeta
que te escabulles.
Te llevas contigo
el murmullo incierto
de lo que me espera.

Tú, poeta
ahuyentas en tus pasos
lo que a mi vuela.
Me robas los secretos
que me ciegan.

Tú, poeta
que eres más en las palabras
que en la vida,
acosadora lenta
y fría.

Tú, poeta
que encuentras el calor en la pocilga
repleta de ilusiones metafísicas
huiste de mi casa,
gigante vacía.

Vos, que no miraste
mis ojos que observaron
cada gota de sangre
negra que fluyó
tatuando
la hoja en blanco,
sembrando mapas cálidos
pautando nuestro encuentro
estando, siempre, del otro lado.

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