sábado, 1 de noviembre de 2014

Cara de Flores

Sé que estás escuchando el sonido a los pétalos de margaritas rotas, que se caen. Sé que podés ver, entre los gajos de tul mal cocido, las espinitas que clavé cuando fui una rosa con ojos. Pero más sé, que resuenan en tus letras los bailes oscuros de las cortinas negras que alguna vez nos prometimos correr. Hay días en que volar es más fácil. Hay días en que jugar a ser payasos es un laberinto con abismos.
Yo me caí. Pero encontré luces en las caídas, encontré las voces de las bailarinas en los recovecos escondidos de mi espalda. Todavía estoy esperando querer conocer París, pero llegué a Venecia y entendí que hay muchos pasos en los caminos de ser feliz. Pasos rojos, azules, fucsias, verdes. Pasos con sonido de reloj, con interferencias de las voces que empaparon los recuerdos.
El presente pasado en que todo se teñía de complicidad, en los que era fácil correr las cortinas y jugar. Dar una vuelta al mundo en cinco segundos y destrozar los sueños de Verne. Hallar en cada destrucción un mundo nuevo, encontrar esencias con flores azules y con alas salpicadas en colores.
A veces extraño querer verte volar con las alitas nuevas y los ojos tapados. Devenir espectadora, devenir escucha, devenir saltando en la calle de la mano, desmembrando canciones con letras borrosas, y tirarse en la arena a planear un viaje que nos lleve muchas vidas.
En el fondo somos felices, y nuestras telas de estrellas pueden mantenernos juntas. En el fondo de todo seguimos en un stop eterno que corre las cortinas para descubrir, porque después de jugar a tener magia, es lo más hermoso del mundo. Hay veces que la distancia nos duele menos que la ausencia, pero las dos son formas de máscaras oscuras.
En un atrás de las cortinas, todavía estoy calentando un té con nombre de Canela.

2 comentarios: