sábado, 26 de abril de 2014

Pestañeo

Se me cierran los ojos. Las pestañas soldado luchando contra el músculo opresor del párpado. Tiran, y golpean, y patalean y disparan y ¡boom!

Ya no hay nada. Solo puntitos azules doliendo en la sábana negra que tapa los colores; fucsias y verdes, y blanco y negro. Otra vez tus puntitos, otra vez las pestañas besando a los amantes de abajo. El ojo hijo que no ve nada, pero sabe lo que finge olvidar en sus juegos secretos, en los susurros chiquitos de la soledad // El dolor azul como cuchillos sin filo clavándose en la orilla del nervio. La manta que no deja de cubrirlo todo. La visión oprimida. La sequía. El cauce seco de un río que regó los jardines vecinos y se olvidó de llorar.
Algún amarillo pujando la risa. Alguna canción retumbando, resonando, desmembrándose por dentro. Abriendo los caudales finitos, expandiendo los pozos sin fondo habitados por las caídas de las chicas con polleras tableadas // La posibilidad dibujada en las luces que se desprenden del fondo. Jirones de tela chamuscada, lamparitas cubiertas de papel celofán. Fantasías con letras que juegan a romperse en las palabras. Las reminicencias, los ecos de lo que alguna vez fue robado por las pupilas. Luceros y estrellas apuradas. Caras con lineas inconclusas. Trazos de crayón, caprichosos. Mamarrachos por el no-espacio. La marginalidad de los recuerdos que huyeron de los conceptos // Puntitos de cristales filosos que titilan los matices. Puntitos que no quieren estar pintados de tu azul.

Todo esfumado en la profunda sensación de nada. En la mentira de la percepción que se olvida de escuchar, saborear, oler y tocar. Todo olvidándose en la sábana negra, que me lleva, antes de partir.

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