viernes, 12 de julio de 2013

Invasor

Y es una locura el sentir una ausencia presente, el invocarse a lo que nunca podrá llegar, a una mar sin lágrimas, al abandono inconmensurable al que nunca podremos dejar. Dime una cosa, como lo haces, cómo dejas libre ese palpitar, cómo liberas al jinete del caballo impulsándolo a cabalgar… mágico eres sin saberlo en la magia misma en la que resides estar. Oscuro, difuso, oculto, te entregas a la inmensidad… dejas de ser una alma libre, la paloma nunca deja de volar. Un sinfín de sensaciones se van con la marea espesa en la que no te detienes a nadar, y aun así eres el pasto, eres el rayo de luz penetrando en mi ser, tatuándome a fuerza de fuego centímetro a centímetro de piel. Corrompes las barreras de la nieve y te ciñes a mí en la inmensidad, en el exterior irascible de la inmortalidad. Cuéntame alguna vez más aquello que nunca me has dejado de  contar. Silencia ese silencio susurrante que parece no poder detenerse jamás, detén la cruda guerrilla de la sangre que no puede en mí, junto a ti, dejar de palpitar.

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